El sapo corredor es un pequeño anfibio que ocupa casi la totalidad de la península ibérica. Para reconocerlo debemos fijarnos en su tamaño (hasta 9 cm), en la posición de sus glándulas parótidas paralelas tras los ojos, pero sobre todo en sus ojos verdosos con pupila horizontal. Hay otros aspectos interesantes para reconocerlo: las manchas verdosas o pardas que recorren su cuerpo, un característica línea amarillenta recorriendo la columna vertebral y su manera de desplazarse «corriendo» (prescindiendo de saltos):
Biología: Como casi todos los sapos de la península, presenta hábitos nocturnos. Su época de mayor actividad se da a partir de Febrero (sobre todo en el Sur), cuando empiezan las lluvias y sale a reproducirse. Suele elegir zonas efímeras para poner hasta 4000 huevos colocados en forma de dos cordones paralelos.
La elección de estos puntos de agua (charcos, cunetas…en general zonas que se secan en pocos meses incluso en semanas) no es casualidad: el sapo corredor evita así la competencia de otras especies y la depredación por parte de peces, cangrejos, galápagos…
El desarrollo larvario es muy rápido, ajustándose a la breve duración de su medio, y los recién metamorfoseados son diminutos, aunque ya con el mismo aspecto que tendrán de adulto. Permanecen unas semanas cerca de las orillas en las que nacieron y luego se dispersan o esconden.
La problemática del sapo corredor se encuentra en la pérdida de zonas de reproducción. Desecación de puntos de agua, contaminación y alteración del medio son problemas frecuentes de los charcos temporales donde se cría. Por lo tanto, para protegerlo y ayudarlo es esencial respetar estos puntos de agua efímeros (donde también se reproducen otras especies).
También tiene otro problema cada vez más importante y que amenaza a otras especies de anfibios: los atropellos de adultos. Por eso, evita coger el coche en noches lluviosas, ya que es muy probable que las carreteras de las zonas rurales estén llenas de anfibios.
La elevada puesta y la falta de competencia de las larvas hacen de este hermoso anfibio uno de los más comunes de la península ibérica. Es muy curiosa su manera de “correr” en vez de saltar, alcanzando una velocidad importante (para ser un sapo).
Juan D. Guerrero Blanco. 2011