Descripción: Sapo robusto, de color variable pero normalmente marrón, grisáceo o anaranjado. Hasta 200 mm de tamaño máximo, las hembras siempre mayores que los machos. Se reconoce facilmente por el color rojizo de los ojos, tamaño y glándulas parótidas (detrás de los ojos) inclinadas a los lados.
Costumbres: Nocturno y muy terrestre, sale tras las lluvias y no suele permanecer en el agua más tiempo que el necesario para la reproducción, que suele ocurrir a principios de primavera.
Generalidades: Hasta hace unas décadas era relativamente abundante en toda la península ibérica, hoy se ha convertido en un animal bastante escaso. Esto se debe a que es una especie muy sensible a los atropellos, así como a la destrucción de sus puntos de reproducción y hábitats. Es uno de los animales que más rechazo generan en zonas rurales, atribuyendole mitos y comportamientos abusurdos, lo que también ha contribuido a que cada vez sea más raro en las calles de nuestros pueblos.
Como todos los anfibios españoles, es totalmente inofensivo y muy beneficioso por su papel en las redes tróficas (como presa y depredador) y por su alimentación basada en babosas, saltamontes, escarabajos.., controlando de esta manera animales que pueden crear plagas en cosechas.
¿Cómo podemos ayudarlo? Es esencial que los jóvenes pierdan el miedo a estas especies y conozcan su papel en la naturaleza y su carácter inofensivo, ya que no hay problemas en tocarlo, y después lavarse las manos. Esto, lejos de ser algo inútil, contribuye a acercar el animal al niño y familiarizarse con su aspecto y tacto.
Por otro lado están las medidas para recuperar su hábitat: favorecer la presencia de puntos de reproducción, evitar las especies alóctonas que depredan sobre los renacuajos (peces, tortugas, cangrejos americanos…), señalizar zonas de atropellos. Por suerte esta especie pone hasta 9000 huevos, por lo que varias puestas con éxito garantiza cierta estabilidad.
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